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Más empatía ¡porfavor!

“Tranquila, ya pasó. Todo va a estar bien”. Le dice Carla a Susana al enterarse que perdió su trabajo.


Susana trabajó 5 años en la misma empresa, siente que la pandemia le arrebató sus sueños, estaba a punto de ascender al puesto que ella quería. Tiene dos hijos y lo único que siente es angustia, rabia y mucha tristeza. Sí, todo a la vez.


Las palabras de Carla hoy no tienen significado para ella. Entonces, ¿Qué necesita Susana de Carla en estos momentos?



Empatía. Y tú pensarás: pero le está dando palabras de ánimo. Y es que a veces confundimos empatía con compasión, con simpatía o con decir cualquier cosa para querer solucionar el problema. Cuando en realidad la empatía va más allá.


La empatía, y en contradicción a lo que pensamos, no comienza con el otro. Sino contigo mismo. Inicia desde el momento en que te atreves a mirar tus emociones y lo que te pasa cuando estás con otras personas.


Entonces, ¿Qué es la empatía?


La empatía es la capacidad que tenemos de conectar con nosotros mismos para poder conectar con los demás. Empatía es sentir junto al otro. Y sólo ahí definir como podría acompañarte.


La empatía es una decisión. Y al decidir hay dos aspectos muy importantes que debes de ser capaz de tener: el primero es coraje, atreverte a hacerlo y el segundo es la vulnerabilidad que el tener coraje implica.


Brene Brown, en su corto animado “El Poder de la Empatía” lo resume así: “la empatía es un círculo sagrado, donde yo decido irme al hoyo negro y obscuro contigo. Te acompaño desde mi presencia. Conecto contigo en este hoyo, sin dejarme empañar de la obscuridad en la que tú estás en estos momentos”. Quiere decir la capacidad de sumergirse en el mundo emocional de otra persona, sin ahogarse.


Entonces, ¿Qué tal si Carla simplemente no le dice nada a Susana y la acompaña? La acompaña en su dolor, en su llanto, deja que se desahogue, le da todos sus sentidos para escucharla, no la interrumpe.



Theresa Wiseman investigó ciertas profesiones donde la empatía es necesaria y concluye que para ser empáticos necesitamos:


I. Tomar la perspectiva: la habilidad de visualizar a la otra persona y reconocerla en su propia verdad.

II. Evita hacer juicios: subestimar lo que le pasa al otro, pensar que sufre por gusto, que ya pasará, etc.

III. Reconocer las emociones: sentir en compañía.

IV. Comunicarlo: poder tomar acción.


A esto yo le agregaría una quinta:

V. Coraje: para conectar contigo, con las emociones que pasan dentro de ti cuando estas con el otro.


Así que si te estás preguntandote si la empatía se desarrolla, la respuesta es SÍ. De hecho nacemos con todas las posibilidades biológicas de ser empáticos a través de las neuronas espejo. El desafío está en descubrir cómo funciona esa conexión y tomar la decisión de practicarlo.


¿Qué NO es empatía?


· Empatía no es querer poner todo en positivo, como por ejemplo si te dicen: “me aburre mi trabajo” y que tú le respondas “da las gracias que tienes uno”. Es como alguien te diga “me robaron todos mis ahorros, no tengo dinero ni para comer” y tú le respondas “por lo menos tuviste dinero”. Raro, ¿no?


· Empatía no es que debas pensar como yo. Eso se llama simpatía; es decir querer agradarte o estar bien contigo.


· Empatía no es decir muchas palabras por decirlas, y ver cuál funciona. Por sentir que tú puedes resolverle la vida. Eso es ego porque estas tratando de resolverle la vida, y este es el gran enemigo de la empatía.


· Empatía no es subestimar lo que al otro le pasa. Como una guerra de quién la pasa peor. “Tú no sabes lo que yo viví”. “Lo mío es peor”.


La gran pregunta ahora es ¿estás listo? ¿Estás listo para romper el paradigma de ponerte en el zapato del otro? ¿Estás listo para ir al hoyo cuando alguien lo necesite? ¿Estás listo para salir de la necesidad de resolver y simplemente acompañar?

Espero que sí porque en este mundo necesitamos más empatía por favor.



Espero te animes.

Karina Masías

nuwa coaching

 
 
 

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